Tres suttas sobre la condición humana
Publicado: 14 Mar 2020 11:52
En estos días en los que el mundo se estremece ante una nueva peste, parece conveniente recordar la insistencia del Buda en no olvidar la naturaleza impermanente de todo lo que surge a partir de causas y condiciones.
LOS TRES SUTTAS DEL BUDDHA SOBRE LA CONDICIÓN HUMANA
Extracto:
«Entonces, el rey Yāma, monjes, tras haberle preguntado, interrogado, y recordado el primer mensajero divino, le pregunta, interroga y recuerda el segundo mensajero divino: “¿Es que nunca viste, buen hombre, al segundo mensajero divino que se presenta a los seres humanos?”».
«No, venerable señor, no lo vi».
«Pero, buen hombre, ¿es que nunca viste a una mujer o a un hombre que estuviera enfermo, padeciendo dolores, extremadamente débil, cayéndose y yaciendo sobre sus propias heces, teniendo que ser levantado por otros y llevado a la cama por otros?».
«Sí, venerable señor, lo he visto».
«Buen hombre, ¿es que nunca se te ocurrió, teniendo conocimiento y madurez, que “También yo he de enfermar y no puedo evitar la enfermedad. Voy a aprovechar para realizar buenas acciones con el cuerpo, la palabra y el pensamiento”?».
«No, venerable señor, no caí en ello. Fui negligente, venerable señor».
«Entonces, el rey Yāma dice: “Por negligencia, buen hombre, no hiciste el bien con el cuerpo, la palabra y el pensamiento. Así pues, ahora serás tratado como corresponde a tu negligencia. Tu mala acción no la hizo ni tu madre ni tu padre, ni tus hermanos, hermanas, amigos o compañeros, ni tus familiares, ni los dioses, ni ascetas o brahmanes, sino que solamente tú has hecho esta mala acción, y eres tú quien deberá recoger su fruto”».
LOS TRES SUTTAS DEL BUDDHA SOBRE LA CONDICIÓN HUMANA
Extracto:
«Entonces, el rey Yāma, monjes, tras haberle preguntado, interrogado, y recordado el primer mensajero divino, le pregunta, interroga y recuerda el segundo mensajero divino: “¿Es que nunca viste, buen hombre, al segundo mensajero divino que se presenta a los seres humanos?”».
«No, venerable señor, no lo vi».
«Pero, buen hombre, ¿es que nunca viste a una mujer o a un hombre que estuviera enfermo, padeciendo dolores, extremadamente débil, cayéndose y yaciendo sobre sus propias heces, teniendo que ser levantado por otros y llevado a la cama por otros?».
«Sí, venerable señor, lo he visto».
«Buen hombre, ¿es que nunca se te ocurrió, teniendo conocimiento y madurez, que “También yo he de enfermar y no puedo evitar la enfermedad. Voy a aprovechar para realizar buenas acciones con el cuerpo, la palabra y el pensamiento”?».
«No, venerable señor, no caí en ello. Fui negligente, venerable señor».
«Entonces, el rey Yāma dice: “Por negligencia, buen hombre, no hiciste el bien con el cuerpo, la palabra y el pensamiento. Así pues, ahora serás tratado como corresponde a tu negligencia. Tu mala acción no la hizo ni tu madre ni tu padre, ni tus hermanos, hermanas, amigos o compañeros, ni tus familiares, ni los dioses, ni ascetas o brahmanes, sino que solamente tú has hecho esta mala acción, y eres tú quien deberá recoger su fruto”».