No comer en exceso, hacerlo cuando toca (y no cuando caprichosamente te apetezca) y guardar una ética en ello (como la educación en la mesa que no todo el mundo guarda), no son cosas extraordinarias reservadas a renunciantes. Tampoco lo es atender al acto de comer con adecuada reflexión y contemplación.
Se dice que bhikkhu es aquel que ve peligro en el samsara, y no es cosa de cómo vistes. La diferencia está en cuál es tu ocupación, tu papel en la sociedad (trabajo, familia, relaciones...) y sus reglas convencionales, que los laicos también tenemos las nuestras.
En este mundillo Theravada se hace demasiado énfasis en la diferencia entre un laico y un monje. En la vida de un laico hay miles de cosas que uno puede corregir, regular, atender o renunciar.