CASO 10
EL FALSO LADRÓN, DE MU CHOU
“Mu Chou (Bokushu, en japonés) le preguntó a un monje: ¿de dónde vienes?"1
El monje gritó de inmediato. “¡Kaaaats!” 2
Mu Chou dijo: "Me has gritado". 3
El monje volvió a gritar. 4
Mu Chou dijo: "Después de tres o cuatro gritos, ¿entonces qué?"5
El monje no supo qué decir. 6
Entonces Mu Chou lo golpeó y dijo: 7
"¡Qué falso ladrón eres!"8
……
De nuevo aparece un monje en un monasterio, y entabla un combate dharma con el maestro. Esto parece que era algo normal, en aquellos años dorados del Zen (Chan), en China. Cuando practicaba los koans, sentía una especie de nostalgia por no haber podido vivir allí en aquellos días. ¡Cómo me hubiese gustado! Hubiese querido ser uno de esos monjes, viajeros, que peregrinaban de monasterio en monasterio, después de haber tenido el kensho. Un verdadero monje zen, que camina con sandalias de paja de arroz, vestido con los hábitos, con un ancho sombrero, (no un imitador occidental, quiero decir). Naturalmente, tal cosa es algo imposible en nuestros días. Solo podemos revivirlo en la imaginación, con estos koans.
El monje llega y es recibido por el maestro Mu Chou, quien le pregunta “¿De dónde vienes?”. Esta es una pregunta envenenada en el Zen. No significa lo que uno cree, desde un punto de vista convencional. Aquí, el maestro quiere saber sobre la realización del monje. ¿De dónde vienes? ¿Has realizado tu naturaleza de Buda? Si la has realizado, muéstramela. Entonces el monje le da un gran grito “Kaaats”. Este grito es algo clásico dentro del Zen Rinzai. Los monjes Rinzai mostraban su realización con un grito, de tal manera que el maestro podía saber hasta dónde había profundizado el discípulo. (De hecho, el koan Mu, se pasaba así, en realidad. Todavía no hace tanto, vi un reportaje sobre un monasterio Rinzai, en el que el discípulo gritaba “Muuuuuuu” delante del maestro)
El maestro entonces le dice “Me has gritado”. De nuevo se ve el doble sentido de las palabras. Aquí no significa que el maestro le diga al discípulo que no le grite. Es otra cosa. Podría explicarla, pero eso sería de nuevo “zen de zorro”. En el Zen no hay explicaciones (al menos en el Zen que se muestra en los koans). Si alguien explica algo, es mejor cortarlo con un grito. Y eso hace de nuevo el monje. Le grita por segunda vez: “kaaaats”. El maestro le mira ahora sin inmutarse, con una leve sonrisa en sus labios. Es como si le dijera, “Te he pillado”.
"Después de tres o cuatro gritos, ¿entonces qué?", le dice. En otras palabras: ¿Vas a pasarte la vida gritando? ¿No tienes otra manera de mostrar la iluminación? ¿Crees que todo consiste en ir dando gritos por ahí? El monje se queda mudo, entonces. No sabe qué decir ni qué hacer. Queda confundido, como si por primera vez se diese cuenta de algo. Quiere decirlo, pero no sabe cómo. Quizás abre la boca, pero nada sale de ella. El maestro le mira inmutable, esperando una respuesta que no llega. Sus manos sostienen, como es costumbre en todos los maestros Zen, su pequeño bastón, que es el símbolo de su autoridad. Y entonces, sin decir nada, le golpea con él. No es más que un leve golpe en el brazo, un simple gesto. Un modo de decir que no, que su realización no es completa. Que tiene mucho camino por delante.
"¡Qué falso ladrón eres!", le dice, para terminar. Dicho en chino, yo creo que debió sonar de una manera ceremoniosa. No es que le insulte. Llamarle falso ladrón no es insultarle. Un maestro Zen, ya vimos que es como un ladrón, que roba los conceptos. No solo un maestro, sino cualquier persona realizada del Zen, lo es. No se pone a hablar sobre doctrina, o a dar largos discursos sobre los sutras. No se pone a explicar las cosas. El Zen en China, en aquellos tiempos, parece que no era así. Era parco en palabras y directo como una flecha. Eres un falso ladrón. No eres un ladrón todavía. En otras palabras, sigue. Continúa con tu práctica. Estás muy verde todavía.
……
(1) “Mu Chou (Bokushu, en japonés) le preguntó a un monje: ¿de dónde vienes?"
¿De dónde vienes? ¿Cuál es tu origen? ¿Tu rostro original? Contesta, no pienses, ¡Contesta!
(2) El monje gritó de inmediato.
KAAAAAATSSSSS…..
(3) Mu Chou dijo: "Me has gritado".
“Me has gritado”, ¡Que grito! Lo dice todo. Buena respuesta.
(4) El monje volvió a gritar.
Kaats.
(5) Mu Chou dijo: "Después de tres o cuatro gritos, ¿entonces qué?"
¿Otra vez kaats? La primera vez estuvo bien, pero la segunda, ¿a qué viene? ¿Vas a pasarte la vida dando gritos o qué? Te has quedado estancado, muchacho. Te queda mucho camino por delante.
(6) El monje no supo qué decir.
El monje se queda atónito, incapaz de decir una sola palabra. ¿Había necesidad de decir algo? ¿Qué hubieras dicho tú?
(7) Entonces Mu Chou lo golpeó
Ese golpe es tan solo una caricia. En el fondo es para decirle que está bien, pero que siga. No se puede quedar estancado en el grito.
(8) "¡Qué falso ladrón eres!"
No eres todavía un ladrón de verdad. Cabeza de dragón, pero cola de serpiente. Tienes que madurar más la iluminación. Retírate, el dokusan ha terminado.
