CASO 11
Huang Po, instruyendo a la comunidad, dijo:1
"Todos vosotros no sois más que devoradores de posos de sake. Si seguís viajando por ese camino, ¿Cómo vais a alcanzar el Hoy?” 2
¿No sabéis que en este gran reino de T’ang, no hay ni un solo maestro de Zen?”3
En ese momento un monje se adelantó y dijo: "Entonces, ¿qué pasa con aquellos que, en distintos lugares, ordenan discípulos y dirigen asambleas? 4
Huang Po dijo: "No digo que no haya Ch'an; solo digo que no hay un solo maestro de Ch’an" 5
……
Este koan aclara el concepto que se tenía en el Zen (o Ch’an) sobre lo que es un maestro. Hoy en día, creo que el concepto sigue necesitando aclaración, y este koan es una gran ayuda para este propósito.
En el koan, el maestro Huang Po (Obaku, en japonés) instruía a la asamblea, como resultaba habitual en los monasterios Zen de China, en aquella época. Esta instrucción podría tener el aspecto formal de un teisho, aunque aquí parece algo más informal, pues se trata de una charla corta y directa sobre un solo punto: el maestro de Zen. La idea general hoy, es que un maestro de Zen es alguien que ha recibido la transmisión de otro maestro del linaje, y se supone que el linaje lleva ininterrumpidamente hasta el Buda. Por tanto, todo maestro es reconocido como un Buda, en el sentido de que si ha sido ordenado, es porque ha llegado a la realización de la mente de Buda (la iluminación), y esto ha sido reconocido por alguien que, a su vez, llegó a idéntica realización, y la cadena sigue ininterrumpidamente hasta Shakyamuni Buda. Al parecer, esta idea viene de antiguo, pues en China, en los tiempos de Huang Po (sobre el siglo IX) las personas que practicaban Zen, ya pensaban de esta manera, según se desprende del koan.
La mayoría de los maestros de Zen que hay hoy en día, no se tendrían seguramente por maestros iluminados (al menos los que hay en occidente). La idea del maestro, como un Buda perfectamente iluminado, ha quedado claramente puesta en evidencia, como es fácil darse cuenta. La mayoría de los maestros Zen occidentales, no creo que se atrevan a sostener la idea de ser ellos mismos Budas. Es demasiado evidente que no lo son (al menos si se considera que un Buda es alguien que ha dejado atrás el sufrimiento del Samsara y mora en el Nirvana) Yo he conocido un cierto número de maestros Zen occidentales y ciertamente, ninguno pretendía pasar por ser un Buda. También he conocido un cierto número de maestros orientales, que no me han parecido ser Budas. Pero he conocido tres (dos lamas tibetanos, y un maestro Zen japonés), a quienes venero en mi corazón como si lo hubiesen sido (todos han fallecido ya).
Pero sigamos con el koan. Huang Po, al parecer, no quería quedarse, en su cómoda posición de maestro, siendo venerado por sus discípulos. Y eso le honra, sin la menor duda. Entonces, increpa a los monjes, diciéndoles "Todos vosotros no sois más que devoradores de posos de sake; si seguís viajando por ese Camino, ¿cómo vais a alcanzar el Hoy?” Con el Hoy (o Ahora), Huang Po se refiere claramente a la iluminación. Los llama devoradores de posos de sake (en otras traducciones, se habla de devoradores de heces), que es como decirles que el zen es para ellos una manera de comerse lo que sobra, no lo que alimenta. ¿Y qué es lo que sobra? Los rituales huecos, las charlas innecesarias, los debates teóricos y la veneración aduladora que busca ganarse el favor del maestro. ¿Y qué es entonces lo que alimenta? ¡La iluminación, naturalmente! Kensho. Satori. Es lo único que importa.
Es interesante que Huang Po los increpe de ese modo, ya que siempre parece darse por sentado que el Zen es un camino para alcanzar la iluminación, y es jústamente la razón por la que les increpa, para que se empleen a fondo en ello. Porque no se trata de practicar la meditación para alcanzar un cierto estado de tranquilidad o paz (eso son posos de sake, o heces). Huang Po intenta sacudir a los monjes de ese estado de falso samadhi que creen haber alcanzado con su práctica de las muchas horas de zazen que debían hacer en el monasterio. Los monjes debían tener un cierto nivel ya en algún tipo de práctica, ya fuese la respiración, el shikantaza y quizás el koan. ¿Habían llegado a cierto grado de realización, y les parcía suficiente? Sea como fuere, todos ellos parece que se conformaban con comer posos de sake. No querían realmente profundizar más.
Podemos imaginar a los monjes mirándole con estupefacción. ¿Acaso no se trataba de practicar zazen, tal y como ellos hacían? El zazen es una práctica que lleva a un estado de relajación y tranquilidad, cuando se hace de manera cotidiana. Se puede pasar uno temporadas largas en un estado de auto satisfacción, practicando así. Sospecho que muchos monjes (no ya zen, sino de otras tradiciones, incluyendo las no budistas) pueden entrar en estados de cierta felicidad, cuando llevan un tiempo largo en un monasterio, siguiendo el ritmo cotidiano. Toca la campana, me levanto. Toca el tambor, hago zazen. Toca el madero, hora de trabajar. Suena otra campana, hora de almorzar... No es dificil llegar a un estado de autosatisfacción espiritual de ese modo. Pero ese estado, ¿es la budeidad? ¡Naturalmente que no! “Si alguno se cree iluminado, que vaya y pase un fin de semana en casa de sus padres”, dice Eckart Tolle.
Entonces Huan Po, les espeta: “¿No sabéis que en este gran reino de T’ang, no hay ni un solo maestro de Zen?” El reino de T’ang, naturalmente, es la China del siglo IX (que no se llamaba China, entonces, ni era un reino unificado). ¡En todo el mundo (no solo China), no hay ni un maestro de Zen! ¿Por qué les dice esto? Los monjes se debieron quedar atónitos, al oírlo, porque ellos sí creían que había maestros de Zen. Para ellos Huang Po era un gran maestro Zen, y por eso estaban co él. Lo habitual para los monjes era ir de monasterio en monasterio, y pasar temporadas con diferentes maestros, aprendiendo de ellos. Esto ocurría sobre todo cuando habían tenido alguna experiencia de despertar inicial (un pequeño kensho). Al parecer, iban a ver a diferentes maestros, y entablaban con ellos diálogos e incluso combates dharma (esto ya lo hemos visto en otros koans).
La primera experiencia de iluminación se considera en el Zen como una pepita de oro, nada más (¡y nada menos!). Pero, ¿y si no es realmente oro? Podría ser que fuese latón o un metal falso, en vez de oro. Para los que han pasado por una experiencia inicial, es bueno averiguar si lo que han experimentado es realmente un atisbo de la naturaleza de Buda. Hay que ir a otros, a saber si lo que han atisbado es el buey (la naturaleza de Buda) o solo una vaquilla pastando. ¿Y a quién van a ir, que les puedan ayudar a discernir? A un maestro Zen, naturalmente, ¿quién si no? Y muchos debían quedarse con tales maestros durante largas temporadas, ya sin demasiado interés en seguir buscando. Tenían su pepita de oro, de modo que ya habían conseguido lo que querían. Pero Huang Po les dice que eso es comer heces (¿del buey?), y no ver al buey.
Los monjes pudieron quedarse algo confusos, sin saber cómo reaccionar, hasta que un monje (alguno de los más adelantados, supongo) toma la palabra, y dice: "Entonces, ¿qué pasa con aquellos que, en distintos lugares, ordenan discípulos y dirigen asambleas?”. ¡Hum!

Es de suponer que esas personas son maestros de Zen, ¿no? La idea que prevalece aquí es que, sin maestros no puede haber Zen, lo cual es como dejar en las manos de otro la toma de tus propias decisiones. ¿Cual es mi práctica? ¿Qué debo hacer ahora que he tenido el kensho? ¿Cuando estaré listo para ser yo mismo un maestro? No hay necesidad de hacer otra cosa que lo que diga el maestro. Para eso es maestro, para decirnos lo que hacer en cada momento. Él manda y nosotros obedecemos. Es simple. Un maestro es la esencia de la iluminación para muchas personas, incluso hoy en día. Se trata de encontrar un maestro. Es lo más importante.
"No digo que no haya Zen; solo digo que no hay un solo maestro de Zen.", responde Huang Po. En otras palabras, el Zen no depende de ningún maestro. Esto puede ser una catástrofe para alguien que se siente confortablemente en un monasterio, cierto, pero para aquellos que vivimos el Zen por cuenta propia, nos abre una posibilidad de existir. Porque el Zen es algo que no depende del maestro, una vez que se ha pasado la barrera, es decir, se ha tenido el kensho. El maestro pasa a ser finalmente algo secundario e, incluso, innecesario. Una vez que se ha recibido el impulso inicial (la iluminación), y en ausencia de rozamiento, una esfera se movería sin cesar y sin cambiar de dirección, indefinidamente. Solo la práctica de zazen es necesaria. El maestro interior es el que importa, no el maestro de fuera. Ese es el que nos señala la luna. Pero ver la luna... eso es cosa nuestra.
EL CASO
(1) Huang Po, instruyendo a la comunidad, dijo.
¿Qué dijo? ¿Es que hay algo que decir? El maestro no habla si no es para instruir. Si habla por hablar, no es ningún maestro. Y hay tanto charlatán suelto...
(2) "Todos vosotros no sois más que devoradores de posos de sake. Si seguís viajando por ese camino, ¿Cómo vais a alcanzar el Hoy?”
Todo lo que hacéis es tontería. Por mucho que os sentéis a hacer zazen, no alcanzareis la iluminación. No hacéis más que perder el tiempo. Encontrad el verdadero maestro y seguidle. El verdadero. El que llevais dentro. Ese es el Camino. ("La mente ordinaria es el camino", dijo una vez Nansen)
(3) ¿No sabéis que en este gran reino de T’ang, no hay ni un solo maestro de Zen?”
No busqueis a un maestro exterior. Seguid al maestro que tenéis dentro. (Mi maestro, Tangen Harada Roshi me dijo la última vez que tuve dokusan con él, "I am always with you", siempre estoy contigo)
(4) En ese momento un monje se adelantó y dijo: "Entonces, ¿qué pasa con aquellos que, en distintos lugares, ordenan discípulos y dirigen asambleas?
Sí, ¿qué pasa entonces con todos los que ordenan monjes y fundan templos y monasterios? ¿No son acaso maestros?
(5) Huang Po dijo: "No digo que no haya Zen; solo digo que no hay un solo maestro de Zen”
¿Luego, hay Zen? Lo hay, efectivamente. Y cuando el sol aparece, los faroles sobran.
