Hola @Ananda .
Lejos estamos todos, muy lejos, en cierto sentido . En otro sentido, la realidad tal como es la tenemos siempre delante de los ojos, no hay nada escondido, se trata de no nublar nuestra mirada con discriminaciones.
La literatura budista, y la literatura espiritual en general, lo que indica son direcciones ideales hacia las que dirigirse. Siendo la meta infinita o, si lo prefieres, inconmensurable, el camino también es infinito, inconmensurable, imposible de medir ni, por tanto, de decir cuánto nos falta. Y, en realidad, el tiempo que nos falta es todo el tiempo de nuestra vida (y de las sucesivas, para aquellos que crean en ello).
Las actividades diarias (cocinar, poner el lavavajillas, cambiar los pañales, conducir un coche en medio del tráfico, hacer la declaración de la renta, etc.) están llenas de oportunidades en las que podemos discriminar (me gusta/no me gusta: bueno/malo; bien/mal; quiero/rechazo...), separando el mundo en "yo" y en "cosas/personas" frente a nosotros, o en las que podemos dejar que esas discriminaciones/pensamientos se evaporen igual que han aparecido. Lo mismo sucede en zazen (que es como se denomina en el zen la meditación sentada en la quietud y en el silencio) .
No se trata tanto de pensar en los grandes ejemplos (en arhants, en bodhisattvas, en "santos" con logros "excepcionales", en ideales a "imitar" o a los que "igualarse"), como de centrarnos en el momento presente, en este paso que vamos a dar ahora.
En este paso se trata de hacerlo lo mejor posible, de movernos en la buena dirección. Sin compararnos ni de los que van por delante, ni de los que van por detrás, lo cual solo sirve para perder de vista el camino, para estancarse. Si damos un paso en la buena dirección, estamos en la buena dirección, "somos" la buena dirección, hacemos carne la Vía con nuestra carne. Es de eso de lo que hay que preocuparse, ahora, no de si estamos cerca o lejos.
Parecería que el texto de Dôgen, esté dirigido hacia seres muy avanzados, de hecho la aparición de ejemplos "ideales" (maestros zen que han alcanzado un altísimo grado de realización) recorre todo el texto, y la tarea del tenzo (del "cocinero") es un cargo de la más alta importancia en los monasterios soto zen de la antigüedad. Sin embargo releamos con atención la última frase:
Los "monjes peregrinos", en el zen antiguo, comúnmente eran aquellos que iban de monasterio en monasterio buscando a aquel maestro que les encajase; antes de pasar a "residir", una vez encontrado aquel "amigo de bien" (kalyanamitra), en un monasterio de forma estable y comenzar a practicar en "profundidad" la Vía. Es decir, son los "novicios", practicantes con poca experiencia todavía, practicantes que están empezando, que están todavía muy confusos... en definitiva, somo todos, no solo aquellos con una experiencia más profunda y extensa.¿Los responsables, los administradores, los jefes, los monjes peregrinos, como pueden olvidar nunca estos tres tipos de corazón?
En el fondo lo que propone el Budismo Theravada no es tan distinto. Solo que su camino para subir hacia la "cumbre" de la montaña es distinto.
Por ejemplo, compara el texto de Dôgen con este extracto del libro sobre Mae Chee Kaew que amablemente nos propuso hace pocos días @Upasaka
______________________________________________________________________________Los ríos fluyen inexorablemente hacia el mar, cada uno con su propio nombre y su propio estado de ser. Una vez que desembocan, sin embargo, en el vasto océano, las aguas se funden en un elemento esencial y los ríos pierden sus identidades individuales. El agua del río todavía está allí, pero ya no tiene características separadas de las del océano. El río y el océano no son ni el mismo, ni tampoco son diferentes
El vasto océano, es también una metáfora frecuente en el Zen para describir el estado de la mente durante zazen: "Aunque en su superficie el viento lo azote y esté lleno de olas, en lo profundo está quieto y tranquilo"
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Añadir también, en relación al libro sobre Mae Chee Kaew, que las Mae Chee (las "monjas" tailandesas; "técnicamente" a medio camino entre los monjes y los laicos; y en realidad, hasta hace poco, consideradas prácticamente inferiores tanto respecto a los monjes como a los laicos) trabajaban: cocinaban, recogían hierbas para comer, manejaban dinero, etc., dedicando a ello, a parte de la meditación, buena parte del día.
Mae Chee Kaew, dice en el libro, que dedicó buena parte de su vida a estas "actividades mundanas" y que supo hacer de estas actividades cotidianas "actividades espirituales"... desgraciadamente el libro en cuestión, tal vez por la orientación de quien lo escribe, no se extiende prácticamente nada en este asunto.