Hace ya mucho que no tengo trato con ningún maestro, pero no estoy seguro de que un maestro zen tenga nada que ver con un profesor de ingles o de cualquier otra materia, para el caso. No pueden compararse ni su meta ni sus métodos. El profesor de inglés debe hacer que sus alumnos aprendan inglés, y si todos ellos tienen interés, y el profesor tiene la pedagogía adecuada, los alumnos todos, acabarán por aprender inglés (salvo que haya alguno que tenga un impedimento grave, pero estos serán los menos). Pero el maestro zen no puede garantizar a ningún discípulo la iluminación, por mucho interés que tenga el discípulo. No se puede medir su capacidad por el número de discípulos que lleguen a la iluminación. Por la razón que sea, no todas las personas parecen tener la capacidad de llegar a la iluminación por mucho que practiquen.
Yo creo sin embargo, que hay algo imprescindible para que el maestro pueda llevar a un discípulo a la iluminación: que la haya tenido él mismo. Si no la ha tenido, al menos una vez, no puede distinguir en qué etapa del camino está el discípulo, ni tampoco sabrá si ha llegado. Un maestro zen sabe cuando el discipulo está a punto de llegar, y es capaz de sentir como el polluelo picotea el cascarón desde dentro, y puede picar él mismo el cascarón desde afuera en el momento apropiado. No se si esta capacidad la tienen todos (probablemente, no). Si no la tiene, desde luego no puede ser un verdadero maestro zen. He pasado bastantes años con una maestra zen que me demostró tener esa capacidad. Es lo único que me importó de ella, realmente. Me guió de un modo casi impecable hasta romper el cascarón. Luego, me alimentó como hace la gallina al principio, poniéndole comida en el pico. Luego, pasado el tiempo, el polluelo ya sabe picotear por sí mismo, y la gallina ya no le hace falta.
Yo sé que no todos los maestros son así. No todos tienen la capacidad de picotear el cascarón en el momento preciso. Me da la impresión de que muy pocos saben hacerlo (pero no lo puedo asegurar). Creo que hay muchos maestros zen que son simplemente sacerdotes. El ser sacerdote no implica que se pueda guiar a nadie en el camino espiritual. Muchos curas católicos (la mayoría) no son guías espirituales. En el zen pasa lo mismo, hoy en día. La mayoría, posiblemente, de los llamados maestros no sean mas que sacerdotes zen. Yo he visto que eso ocurre tambien en Japon, de modo que no tiene nada de particular si ocurre aquí. En occidente se confuden ser sacerdote con ser maestro. Un sacerdote es el que tiene la ordenación, pero un maestro no es eso. Un maestro zen, además, no tiene por qué ser sacerdote. Puede ser laico. En la escuela Sanbo Kyodan los maestros no son sacerdotes zen, por regla general.
Yo, sobre el asunto de mahayana o hinayana, no digo nada. La gente entiende esto de un modo algo ingénuo a veces. Creen que el bodhisatva mahayana hace el voto de salvar a todos los seres, y hasta que no los salve, renuncia al nirvana. Esto es algo muy naive. La realidad no es esa (yo no se cual es). Yo realmente no veo la diferencia entre mahayana e hinayana en que los primeros hacen el voto de salvar a todos los seres y los segundos, no. Veo que las dos escuelas tienen más una diferencia formal que otra cosa. Distintos hábitos, distintas creencias, disntintas reglas de vida... Pero la iluminación es la misma. Yo no creo que pueda haber iluminación mahayana e iluminación hinayana. Siguen caminos distintos, eso sí. Y hasta que llegan lo ven todo muy diferente. Pero luego, yo creo que lo verán igual. En cuanto a la imagen del edificio que siempre se está construyendo y destruyendo, puede parecer así, ciertamente, pero el edificio siempre se construye. Lo que cambian son los ladrillos, que vienen y van. Pero el edificio va siempre para arriba, no se derrumba.
“No podemos llegar a la iluminación arropados en los faldones de un maestro iluminado
A la iluminación se llega siempre solo, eso es cierto. El maestro te guia, pero el que se ilumina es el discípulo. El maestro, sin embargo, es el que sanciona la iluminación del discípulo, lo cual es muy importante. Pero la iluminación en sí misma, es algo que solo se puede tener por uno mismo. Nadie más está "allí" con él. El momento de la iluminación es el momento más íntimo que existe en la vida de una persona. Ese momento (que puede ser más o menos largo) es eterno. No hay nadie más ahí que el verdadero yo. Tampoco el maestro, efectivamente.
Después de la iluminación, el maestro acaba por no ser imprescindible. Pero no hay una regla fija, supongo. Ahi nadie puede decir nada ya.