Durante seis años, tuve la oportunidad de llevar el dharma a las prisiones, y lo que allí vi y experimenté fue como una sacudida que me hizo despertar. Aprendí que incluso en los lugares más lóbregos y oscuros, la gente puede sentirse libre y vivir feliz. Gracias al dharma, he sido testigo de cómo los reclusos encontraron la libertad mientras aún seguían encarcelados, y de cómo conocían el gozo y la alegría por primera vez en su día. Por así decirlo, descubrí al Buda entre rejas.
Las puertas de la vida de muchos de los presos que conocí estaban cerradas, en algunos casos desde el mismo día en que nacieron. Prácticamente ninguno había tenido ocasión de conocer la felicidad.
Hace veinte años que enseño el dharma, y en ese tiempo observó que gente como los reclusos, los veteranos de guerra, los refugiados u otros colectivos de personas que han pasado por dificultades extremas, suelen comprender el dharma más rápidamente que quienes han tenido una vida más sencilla. Son personas que han tocado fondo en su sufrimiento.
Un día, un prisionero se acerco a mi y me dijo:
- Señor budista dijo, ¿podría unirme a tu grupo de meditación?
- Por supuesto que sí. ¿Puedo preguntarte por qué quieres practicar meditación?
- Porque veo la forma que nos mira. Veo que a tus ojos no somos solo prisioneros. No estableces diferencias. Es maravilloso sentir que a uno le ven de esta manera. Me da confianza en mí mismo, y me gustaría aprender de ti. –Hizo una breve pausa y luego continuó-: No solo por cómo nos miras, sino también por el modo en que caminas. Cuando andas por la prisión irradias paz. Nadie más camina de ese modo.
El budismo es mucho más que la práctica de la atención plena. Tiene que ver con alcanzar una comprensión profunda, con ayudar a todos los demás a trascender la ilusión de la separación. La enseñanza nuclear del budismo es la idea de que no existe ningún “yo”. Si los prisioneros se siguen aferrando a un “yo” ilusorio, seguirán sumidos sin remedio en la desesperación. En cambio, si consiguen trascender la ilusión del “yo”, de pronto entrarán en contacto con la espaciosidad y la amplitud que mora en su propio interior.
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