En uno de sus diarios postreros escribe Santokâ: “No soy otra cosa que un monje errante. No hay nada que se pueda decir de mí excepto que soy un peregrino loco que ha gastado toda su vida de aquí para allá, como las plantas que flotan en el agua que va discurriendo de una orilla a otra. Parece patético pero he encontrado la felicidad en esta vida miserable y tranquila. El agua fluye, las nubes pasan, sin nunca parase y establecerse. Cuando sopla el viento, caen las hojas. Como nadan los peces o vuelan los pájaros, yo ando y ando, y sigo adelante…”.
Contraportada.
En la más honda espesura
de la montaña,
llegar a la desnudez
En el agua hay un reflejo
Es alguien que va de viaje
Caen las hojas…
Dentro, en lo profundo,
contemplo al Buda.
Cae la lluvia
y, tal como cae, me moja:
Ando expuesto.
Mi cuenco de mendigar
ha aceptado las hojas
que le han caido.
Yo, ahora, aquí
el azul de un mar
que no tiene limites
Taneda Santoka. EL MONJE DESNUDO. 100 haikus. Ediciones Miraguano.
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