Hola
@Daido,
Cuando te refieres a la metáfora de la planta que como aquí dices:
escribió: "...el ejemplo de transplantar la planta, se refería a transplantar el Zen desde oriente. No a una persona que hace zazen."
y en el mismo mensaje en que la usaste, dices:
escribió: "...El Zen se adaptará solo a occidente, sin que tengamos que hacer nada especial. Es cuando quieres adaptarlo cuando cometes errores. Es como una planta: solo tienes que sacarla de la maceta y plantarla en su nuevo sitio. A partir de ahí, no tienes que hacer nada..."
No se entiende muy bien, al menos, por mi parte, no lo entiendo cuando intentando aclarar, añades:
escribió: "...Tomás el ejemplo de la planta como una invitación al ostracismo. ¿Acaso la planta está ociosa? ¡Yo no veo ninguna que esté! Todas están haciendo cosas sin parar, aunque a primera vista parezca lo contrario. Se alimentan de la luz del sol, de la tierra, y del agua. Crecen. Se reproducen..."
Parecería que aquí estás diciendo que nosotros somos la planta, o la planta y el jardinero, a la vez, o que "el Zen y nosotros", somos la planta...o las dos cosas, o que todo es todo o que nada es nada o que nada es todo y nada a la vez, sin dejar de serlo todo.
En cualquier caso, si hablamos la inculturización del Zen en Occidente,
y no de otra cosa, estamos hablando de una tarea a realizar,
como la de un jardinero que cultiva una planta y, aunque no soy un experto en jardinería, no creo que a ninguno se le ocurra decir algo del tipo "solo tienes que sacarla de la maceta y ya está, que a partir de ahí, no tienes que hacer nada". Más bien, ese será el comienzo del
propio trabajo del jardinero con esa planta, ya que a partir de entonces tendrá que ocuparse
a diario, de manera
constante, de que tenga el agua suficiente, de que la tierra que la alimenta y sostiene se encuentra en las condiciones oportunas, de que tenga luz suficiente, de tomar medidas cuando hace mucho calor o cuando llueve mucho o cuando hace mucho frío...Siendo las cosas así, hablar de "y ya está", parecería que solo correspondería cuando a alguno de los dos, la planta o el jardinero ya no puedan realizar "sus respectivas funciones".
Por otro lado, la conocida metáfora del jardinero es una imagen recurrente no ya en el Budismo, sino en toda la espiritualidad (Cristianismo, Islam, etc.) para referirse, precisamente, al esfuerzo, a la dedicación y a la entrega de todo corazón que requiere la práctica espiritual, día a día.
