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El año
325* es aceptado, sin duda, como el del Primer Concilio de
Nicea.
(...)
Constantino realizó la apertura del Concilio con gran solemnidad. Antes de entrar, el emperador esperó a que todos los obispos hubiesen ocupado sus lugares.
Estaba ataviado en oro y cubierto con piedras preciosas, a la usanza de los soberanos orientales. Se le preparó un trono dorado y los obispos tomaron asiento sólo después que el emperador había ocupado su lugar. Después de ser saludado en una apresurada alocución, el emperador pronunció un
discurso en latín, expresando su deseo de que se restableciera la paz religiosa. El abrió la sesión como presidente honorífico y, además, asistió a las sesiones posteriores, pero
dejó la dirección de las discusiones teológicas, como era adecuado, en manos de los líderes eclesiásticas del Concilio. Parece que el presidente fue, realmente,
Hosio de Córdoba, asistido por los legados papales ,
Víctor y Vincencio.
El emperador comenzó haciéndole comprender a los obispos que tenían entre manos un asunto más importante y de más envergadura que las rencillas personales y las interminables recriminaciones. Sin embargo, tuvo que resignarse al castigo de escuchar las últimas palabras de los debates que habían tenido lugar previamente a su llegada.
Eusebio de Cesarea y sus dos abreviadores,
Sócrates y Sozomen, así como
Rufino y Gelasio de Cízico, no proporcionan detalles de las discusiones teológicas. Rufino nos dice tan sólo que se celebraron sesiones diarias y que
Arrio era citado a menudo ante la asamblea; sus opiniones se discutían seriamente y se consideraba atentamente los argumentos en contra. La mayoría, especialmente quienes eran confesores de la fe, se declararon enérgicamente contra las
impías doctrinas de Arrio. (Respecto a las actuaciones del tercer partido eusebiano, vea
Eusebio de Nicomedia. Respecto al Credo de Eusebio, ver Eusebio de Cesarea.
San Atanasio nos asegura que las actividades del Concilio no se vieron, de ninguna manera, perturbadas por la presencia de Constantino[/b]. En aquella época el emperador había escapado de la influencia de Eusebio de Nicomedia y estaba bajo la de Hosio, a quien, junto con San Atanasio, se puede atribuir una influencia preponderante en la formulación del símbolo del Primer Concilio Ecuménico, del cual
se presenta a continuación una traducción literal:
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Creemos en un solo Dios, Padre Todopoderoso, Creador de todas las cosas visibles e invisibles; y en un solo Señor Jesucristo, el unigénito del Padre, esto es, de la sustancia [‘’ek tes ousias’’] del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre [‘’homoousion to patri’’], por quien todo fue hecho, en el cielo y en la tierra; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, se encarnó y se hizo hombre, padeció y resucitó al tercer día, subió a los cielos y volverá para juzgar a vivos y a muertos. Y en el Espíritu Santo. Aquellos que dicen: hubo un tiempo en el que Él no existía, y Él no existía antes de ser engendrado; y que Él fue creado de la nada (‘’ex ouk onton’’); o quienes mantienen que Él es de otra naturaleza o de otra sustancia [que el Padre], o que el Hijo de Dios es creado, o mudable, o sujeto a cambios, [a ellos] la Iglesia Católica los anatematiza.[/b]
La adhesión fue general y entusiasta. Todos los obispos, excepto cinco, se declararon prestos a suscribir dicha fórmula, convencidos de que contenía la antigua fe de la Iglesia Apostólica. Los oponentes quedaron pronto reducidos a dos,
Teonas de Marmárica y Segundo de Tolemaida, quienes fueron exilados y anatematizados. [/b]Arrio y sus escritos fueron también marcados con el anatema, sus libros fueron quemados y él fue exiliado a Iliria.[/b]
(...)
Fuente:
Leclercq, Henri. "The First Council of Nicaea." The Catholic Encyclopedia. Vol. 11. New York: Robert Appleton Company, 1911. <
http://www.newadvent.org/cathen/11044a.htm>.
Traducido por
Juan Ramón Martínez Maurica. L H M
https://ec.aciprensa.com/wiki/Primer_Concilio_de_Nicea